La National Women's Soccer League (NWSL) está dando un paso audaz hacia un futuro más sostenible, sólido y competitivo al presentar una solicitud formal para establecer una segunda división, un movimiento que podría transformar la vía de acceso desde el fútbol juvenil y universitario hasta el profesionalismo.
Un movimiento estratégico para el crecimiento
La decisión de la NWSL de solicitar la sanción de una liga de Segunda División no se trata solo de añadir más equipos, sino de reconocer la necesidad de una estructura de desarrollo de jugadoras más clara y profesional en Estados Unidos. La solicitud, presentada a principios de 2025, refleja la intención de la liga de lanzar esta segunda categoría en 2026.
La comisionada Jessica Berman describió la propuesta como un sistema diseñado para impulsar el crecimiento de la máxima división proporcionando un espacio donde el talento pueda madurar.
El contexto es claro: el fútbol femenino estadounidense vive un momento decisivo, con un creciente interés del público, más inversión y mayores oportunidades profesionales, pero también con una carencia de infraestructuras adecuadas. Esta iniciativa pretende cerrar esa brecha.
La estructura de la nueva categoría
La Segunda División comenzaría con ocho clubes afiliados, cada uno propiedad de una franquicia existente de la NWSL. Se espera que estos equipos incluyan a Bay FC, Kansas City Current, North Carolina Courage, NJ/NY Gotham FC, Orlando Pride, Racing Louisville FC, Seattle Reign FC y Washington Spirit.
El formato incluiría una temporada regular de 14 partidos (doble vuelta: cada equipo jugaría contra los demás en casa y fuera) seguida de unos playoffs entre los cuatro mejores clasificados.
Para obtener la sanción, cada club deberá cumplir con unos requisitos mínimos de estadio y población local. El modelo de afiliación permite cumplir con estos criterios aprovechando la infraestructura de los equipos ya establecidos en la NWSL.
El objetivo es que todos los clubes de la NWSL tengan un equipo filial en la Segunda División dentro de los cuatro primeros años de funcionamiento, aunque se contempla la participación futura de clubes independientes.
Por qué esto es importante para el fútbol femenino
En primer lugar, esta medida aborda directamente la brecha de desarrollo existente entre el fútbol juvenil o universitario y la élite profesional. Con la reestructuración del sistema de draft y la tendencia de las jugadoras a profesionalizarse más jóvenes, la liga necesitaba un entorno de transición adecuado. La comisionada Berman subrayó que las jugadoras deben estar en el entorno técnico adecuado para poder desarrollarse de forma progresiva y adaptada a su edad.
En segundo lugar, esta estructura mejorará la profundidad de las plantillas, permitirá que las jóvenes tengan minutos de competición, facilitará la recuperación de jugadoras lesionadas y abrirá vías de desarrollo para entrenadores, árbitros y personal técnico.
En tercer lugar, al crear una segunda división, la NWSL fortalece todo el ecosistema del fútbol femenino, haciendo que la estructura profesional sea más creíble, sostenible y atractiva para inversores, patrocinadores y aficionados.
Finalmente, este modelo acerca al fútbol femenino estadounidense a los estándares internacionales, donde existen sistemas de filiales, divisiones inferiores y vías de integración bien establecidas. Todo ello contribuye a mantener la competitividad global del fútbol femenino en EE. UU.
Retos y consideraciones
Aunque la propuesta es ambiciosa, su implementación presenta varios desafíos. Uno de ellos es el coste de operar equipos adicionales, incluso siendo filiales: viajes, personal, marketing e infraestructuras suponen gastos importantes. Algunos clubes podrían valorar cuidadosamente si la inversión merece la pena, especialmente en mercados menos rentables.
Otro desafío es mantener el equilibrio competitivo y evitar que los equipos de Segunda División se conviertan en simples “equipos de reserva” sin la inversión necesaria. Si el nivel competitivo es bajo, el propósito formativo podría fracasar.
También surge la cuestión de cómo se integrará esta nueva liga con otras estructuras profesionales. Por ejemplo, la WPSL Pro planea lanzar su propia liga en 2026, también buscando el estatus de segunda división, lo que plantea dudas sobre la coexistencia y diferenciación de ambas.
Por último, el proceso de aprobación por parte de la Federación de Fútbol de EE. UU. exigirá que se cumplan los estándares operativos y de infraestructura, de lo contrario, el proyecto podría sufrir retrasos o falta de homologación.
Aun así, la mayoría coincide en que esta iniciativa es un paso fundamental para el crecimiento a largo plazo del fútbol femenino.
Qué significa para las jugadoras, los clubes y los aficionados
Para las jugadoras, especialmente las jóvenes o recién salidas de la universidad, esta segunda división ofrece una plataforma competitiva más profesional que las ligas amateurs. Les permitirá tener minutos reales, mejorar su técnica, madurar como futbolistas y ganar confianza antes de dar el salto a la máxima categoría.
Para los clubes, contar con un segundo equipo supone disponer de un entorno controlado para desarrollar talento, recuperar lesionadas, probar nuevas tácticas, formar entrenadores y árbitros, y conectar más con la afición mediante más partidos y precios accesibles. Además, fortalece la identidad del club y amplía su marca.
Para los aficionados, la ampliación del número de equipos significará más acceso al fútbol femenino profesional, más historias locales y mayor implicación de las comunidades. Esto ayuda a construir una base de seguidores más amplia y consolidada.
En resumen, esta iniciativa no solo amplía la oferta de partidos, sino que expande el ecosistema del fútbol femenino, fomentando el talento, la innovación y el crecimiento estructural.
Implicaciones estratégicas para el panorama general
Desde una perspectiva empresarial, esta segunda división respalda la ambición de la NWSL de seguir expandiéndose. A medida que la liga crece hacia las 16 franquicias —con la posibilidad de alcanzar 30 o más en el futuro—, su infraestructura debe evolucionar en paralelo.
Al crear más profundidad, la liga aumenta su poder negociador en derechos televisivos, patrocinios, acuerdos comerciales y relevancia internacional. La Segunda División no debe verse como un coste adicional, sino como una inversión estratégica a largo plazo.
Desde el punto de vista del desarrollo deportivo, una estructura profesional sólida reducirá la fuga de talento al extranjero, reforzará la cantera nacional y elevará el nivel competitivo del fútbol femenino estadounidense.
Y desde una perspectiva cultural, permitirá que el fútbol femenino construya su propio sistema interno, sin depender exclusivamente del fútbol universitario o amateur. Esa independencia es clave para la sostenibilidad del deporte.
El momento adecuado
La solicitud llega en un contexto de gran transformación. La inversión en el fútbol femenino aumenta, las audiencias crecen, las jugadoras se profesionalizan antes y la competencia internacional es más fuerte que nunca. Europa ha avanzado a pasos agigantados, y EE. UU. necesita adaptarse para mantener su liderazgo.
Esta nueva estructura pretende construir un puente real entre las categorías inferiores y el profesionalismo.
Si no se actúa ahora, existe el riesgo de que las jóvenes promesas se estanquen o busquen oportunidades fuera del país, lo que debilitaría el sistema. Con esta iniciativa, la NWSL demuestra una visión a largo plazo y una apuesta decidida por el futuro del fútbol femenino.
Mirando hacia el futuro
El éxito dependerá de varios factores: la aprobación oficial por parte de la federación, la rápida incorporación de nuevos clubes (incluidos los independientes), la viabilidad económica del modelo y, sobre todo, la cantidad de jugadoras que logren ascender desde la Segunda División a la Primera.
Otro aspecto clave será la integración estratégica del segundo nivel en la planificación de cada club: no como un gasto, sino como un motor de innovación y mejora continua en áreas como el entrenamiento, la gestión y el rendimiento.
Si se gestiona correctamente, esta categoría podría convertirse en un campo de pruebas no solo para jugadoras, sino también para entrenadores, árbitros y personal directivo, fortaleciendo todo el sistema.
En cambio, si se subestima o se gestiona mal, podría convertirse en un proyecto secundario sin impacto real. Los próximos dos años serán determinantes para ver si este sueño se convierte en una estructura sólida.
Relación con la misión de SIA Academy
En SIA Academy estamos comprometidos con el desarrollo de alto rendimiento, las rutas personalizadas de formación y la creación de entornos donde los jugadores y jugadoras puedan crecer plenamente. El proyecto de la segunda división de la NWSL refleja exactamente esta filosofía: la importancia de una progresión estructurada, de ofrecer minutos de juego reales y de preparar a los futbolistas para entornos profesionales.
En nuestro programa Next Gen Pro y en las demás iniciativas de la academia, trabajamos para cerrar la brecha entre la etapa formativa y el fútbol profesional, potenciando la preparación técnica, táctica y mental, además de la experiencia competitiva. La llegada de una Segunda División profesional en Estados Unidos convierte este camino en algo más tangible y alcanzable para las jugadoras.
A medida que diseñamos nuestros programas —con entrenamientos adaptados a cada edad, showcases competitivos, apoyo individualizado y formación psicológica—, la evolución del fútbol femenino profesional da aún más sentido a nuestra labor. No preparamos a los jugadores solo para ligas juveniles, sino para un panorama que crece y se profesionaliza cada vez más.
Reconociendo este cambio y adaptando nuestro enfoque, garantizamos que SIA Academy y Next Gen Pro sigan estando a la vanguardia de lo que los jugadores necesitarán para triunfar. El proyecto de la segunda división puede ser, en muchos sentidos, el eslabón que faltaba entre nuestro trabajo académico y el escenario profesional —y estamos preparados para construir ese puente.